—¿Cómo es posible que se hayan desaparecido quinientas cabezas de ganado, así como así? —me dice el comandante tono de voz irascible y frunciendo el ceño. —No sé mi Comando, pero esté seguro que recuperaremos el doble para la patrona. —Eso me importa un culo —interviene de forma brusca golpeando la mesa y encendiendo un cigarrillo—, lo que me preocupa es que esos hijueputas estén haciendo y deshaciendo otra vez por aquí —aspira su cigarrillo y sin botar el humo continúa—, yo pensé que ya los habíamos erradicado —suelta una bocanada de humo por la boca y la nariz como un toro embravecido, se pone de pie con las manos en la cintura y da vueltas en círculo a su escritorio—, ¿con qué le voy a salir a la comandancia general?, ¿dígame usted, hermano, con qué le voy a salir? —me increpa ahora preocupado. —Mi Comando, tranquilo que eso lo solucionamos con esta operación —indico bebiendo un trago de wiski— con lo que vamos a hacer no les van a quedar ganas de aparecerse de nuevo por aquí. —
El arte debe estar al servicio de todos, debe ser un arma en contra del silencio y de quienes han sido silenciados. Por tanto, en este blog publicaré algunos de mis libros, para que lleguen a todas partes.